lunes, 22 de agosto de 2011

23 DE AGOSTO DE 1812, “EXODO JUJEÑO”



“Jujuy le han puesto de nombre               
debe ser cosa de Dios,
en el idioma del cielo
así se llama el amor.
   Raúl Galán
           
“Te nombro, Jujuy, y te elevo, sacratísimamente, como si estuviera conformado
sólo de tus aluviones y temporales…”
Néstor Groppa

-Cuando, en Jujuy, decimos Éxodo jujeño, hablamos de heroísmo. Evocamos momentos de la historia, de la gesta de Belgrano y de nuestro pueblo. Hablamos del amor a la patria y a la tierra en donde vivimos. Deseamos que el resto de la Nación y del mundo se entere del sacrificio realizado por hombres y mujeres que tuvieron que decidir no sólo por sus vidas, sino ver más allá de sí mismos, jugarse por el destino del país que se estaba consolidando. Valentía y patriotismo de Belgrano. A pesar de su salud debilitada, aún tenía fuerzas para levantar el ánimo de las tropas, crear una Compañía de Guías, un Batallón de Cazadores y un Cuerpo de Casta. Ya había enarbolado por segunda vez, el  25 de mayo de 1812, la Bandera Nacional, haciéndola bendecir por el Canónigo Juan Ignacio Gorriti en nuestra Catedral.
Enterado de que el enemigo se encontraba en Volcán, con decisión, hizo publicar el célebre Bando por el cual se convocaba a los ciudadanos de Jujuy, entre 15 a 45 años de edad  a enrolarse en las filas del Ejército, formándose la Unidad de Caballería “Los Decididos”, y a todos los jujeños, a abandonar el terruño.
“... Llegó, pues, la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres…” Y así fue, la orden terminante y precisa, tal cual la describe la historia: no debía quedar nada que fuese de provecho para el adversario; ni casa, ni alimentos, ni un solo objeto de utilidad.
Terrible Bando, el del 29 de julio de ese año. La población jujeña cumplió, y con dolor renunció al solar nativo dejando al enemigo solo tierra arrasada. Y en medio del frío y la ventisca invernales, partió la caravana hacia el sur.
Y hoy, también queremos cumplir con la patria. Reflexionamos al recordar las jornadas de violencia vividas hace muy poco y que terminaron con muertes de jujeños. Deseamos Paz, amasada con ardor y trabajo. Libertad, para elegir con conciencia a nuestros gobernantes. Igualdad de oportunidades para concretar nuestro progreso personal. Justicia, para soportar con entereza las situaciones difíciles que nos toca vivir, basadas en el respeto y la Ley. Fraternidad, para dolernos del sufrimiento del hermano y extenderle la mano cuando la necesite.   
              Nos parece que escuchamos el llamado de Belgrano, “… Llegó, pues, la época en que manifestéis vuestro heroísmo…”, llamado que nos convoca a pensar con generosidad y honestidad en nuestra patria grande, en nuestra patria Chica, Jujuy, que nos sostiene con su memoria hidalga, entretejida entre ríos y montañas, como la cantan los poetas.

Susana Quiroga
UNA CARTA

A Ud. lo conozco, Jujuy (creo que alguna vez comencé una carta, o una
nota, o un poema, así).
A Ud. lo conozco, Jujuy. .
Nosotros dos tenemos un pacto de no agresión.
Pero, te conozco.
He sido tan amable y hosco como tu paisaje.
Ya no hablemos de mí, que eso es cosa de otros.
Hablemos de ti.
Hablo de ti, Jujuy:
mi tercera casa,
mi hogar,
mi franciscana obra,
mi admiración por tus nuevas esquinas.
Mi entusiasmo por cada negocio nuevo.
Mi leve andar por tu maciza historia.
Apiádate de mí, Jujuy, que te canté, te quise y te apreté los brazos a la
altura de los hombros con quitupíes. Te apreté como a un amuleto en medio
de una batalla: la de la vida.
Serás interminable. Perpetua.
Ya sos pasado y futuro, a la vez.
Yo apenas si fui una mariposita -no me molesta confesarme -en tu feliz
y próspera vidriera.
Brindo por tus hijos (tengo dos nacidos en tu suelo).
Brindo por las madres que te habitan.
Brindo por tus hombres (malos y buenos).
Por tus caminos brindo y por tus alas de pilpinto.
Brindo por lo que no te conozco y por lo que serás cuando mis amigos te
bendigan a su modo.
Debí haberme esforzado más.
Apenas si llegué a ser poeta.
Cosas de la vida y de la no vida, me postergaron.
Pero igual te canto.
Porque eres el siempre, «piedra sobre piedra».
y porque aquí conocí un lampo de felicidad.
Esa felicidad simplísima con un amigo y un vaso de vino en la mesa.
Te nombro, Jujuy, y te elevo, sacratísimamente, como si estuviera con-
formado sólo de tus aluviones y temporales.
De tanto visitar, algún día visitaré tu cielo.
y veré tu alargada población, tus plantíos, tus quebradas, tus llanos
salitrosos, tus nuevos hoteles, tus diques, tus ríos de peces, tus estufas.
y entonces diré: en algún momento yo también estuve y fui eso.
Fui ladrillo, cascote, grano, tapialera.
y sentiré el tórax -si es que para ese entonces lo conservamos -contento,
ancho, tristemente alegre. Pleno. Condecorado con tu estrella de la tarde.
Porque yo he sido tú y tú has sido yo.
Entonces dialogaremos en el lenguaje de las eternidades.
-¡ Qué hermoso!-
En el lenguaje sin palabras ni gestos de las eternidades.  ng.

Domingo 21 de Febrero de 1971. Pág. 9. HOY :2001
De “Anuarios  del tiempo”. T.lll, ed, buenamontaña, S.S. de Jujuy, MMl

lunes, 1 de agosto de 2011

Presentación del libro "Ella y él", de Susana Quiroga

El miércoles 27 de julio se presentó en el Centro Cultural "Héctor Tizón" de San Salvador de Jujuy el libro "Ella y él", de Susana Quiroga.
La acompañaron los escritores Ildiko Nassr y Pablo Baca.
Fue una cálida y concurrida velada en la que el encuentro con la palabra fue el éxito de la noche.

Dijo Susana acerca de esta  presentación: "Una cálida presentación con la presencia de colegas, escritores, amigos, familia...y afecto"


A continuación, un texto del libro...

EL SILBIDO       
a mi papá

 Entre los miles de silbidos de los pájaros, el silbido de mi padre. Alegre, me llama, se esconde entre los murmullos del amanecer. Insistente me lanza su recuerdo.
      Silbando en aquel otro amanecer, en su bicicleta trajo a la partera. El primer hijo de su esposa-novia, ya madre, ya ternura, tan joven. Silbaba su esperanza, silbaba su futuro, la plenitud. Y el silbido trenzó las calles de la ciudad, las primeras claridades, y la ansiedad se esfumó en las dimensiones del tiempo. Y fue el primer hombre en la espera, y mi madre la primera mujer en el misterio del Amor, de la Luz, y mi hermano, el primogénito.
      Ahora el silbido me llama, alegre; se esconde entre los miles de silbidos de los pájaros de este amanecer. Insistente su recuerdo, su esperanza.
      Los delantales blancos, almidonados con un gran moño en la cintura, mariposas de alas extendidas, avanzan en la clara mañana. Los zapatos brillan, también los rostros, las sonrisas. Detrás del estandarte, mi hermana y yo desfilamos en la fecha patria al compás de la marcha, de los redoblantes, de los espectadores-padres que orgullosos nos observan. Y de pronto, la certeza, el silbido cómplice delata la presencia, el silbido, la señal que sube y baja en dos tiempos nos acompaña, nos mira. El silbido alegre nos llama, se esconde entre las palomas del aire. Y el paso, entonces, es más firme, y el pecho, más erguido. Y yo le respondo con mi sonrisa.

      El silbido me convoca alegre; me sigue convocando arrebujado en las alas del tiempo, se esconde, nostálgico, entre los miles de silbidos de los pájaros, juega con la luz de este amanecer.
      Insistente, su memoria, la esperanza…desde otro cielo.