“…nos encuentran amaneceres
radiantes
de
sol de viento de tierra de lluvia
el
canto de los gallos
el
olor a lápices y cuadernos
a
dulces y calientes naranjas
de
los inviernos…”
En este
día tan especial para todos, varones y mujeres, dedicamos estas palabras a esa mujer
madre como
un reconocimiento a su psicología amorosa y sensible, a su lucha humana. Sabemos que ella es la
depositaria de la memoria. En su matriz se engendra el fuego de la
vida, el fuego del Amor que enfrenta la muerte.
Ella es la Pachamama nuestra, la Virgen que nos ampara, la
estrella que nos guía. Madre terrena. Madre María, contenedora de múltiples yoes que la enriquecen en la
comprensión.
Pienso en las madres
que reclamaron y reclaman con dolor la ausencia de los hijos desaparecidos, con
pañales en sus cabezas dando vueltas alrededor de las plazas, o infiltrándose
en prostíbulos para liberar mujeres secuestradas. En las que tienen la suerte
de seguir atentamente el crecimiento de sus niños, alegrías, fracasos… Pero de
pie, a dentelladas, cuando lo requiere la situación, los defienden, los cuidan
desde el impresionante rol de mujer del que formo parte. La madre representa el
sentimiento de fe, de ternura extrema.
¡Felicidades en tu día, mamá, para ti estos
poemas sencillos plenos de celebración!
Duermo junto a mi madre
acurrucadas
heridas de ternura
mis piernas tocan sus piernas
esas piernas que me sostuvieron
nueve lunas
y un día me lanzaron
a la luz de la vida
nos separan unos cuantos atardeceres
/ya tengo grises en mi pelo/
nos encuentran amaneceres
radiantes
de sol de viento de tierra de lluvia
el canto de los gallos
el olor a lápices y cuadernos
a dulces y calientes naranjas
de los inviernos
en la cocina de hierro
la madre inclinada en la pileta
abrazaba el jabón blanco
en las pesadas sábanas
el hacha trozaba los leños
con la fuerza de sus frágiles brazos.
ahora
las dos dormimos acurrucadas
heridas de ternura con las manos unidas
llenas de luz
en el tejido de haceres y recuerdos
de dolores
y amores
Susana Quiroga