Y la
mujer novia, madre, compañera qué pensaba?
Es el atardecer. Una luna grande, redonda y
anaranjada ha aparecido, quizás para
guiarnos. Me dices que ese color es por la tierra que ha desparramado el
viento, este viento de agosto bravío, inescrupuloso, caliente. Desde la
tardecita ha corrido, mañoso, por el campo y ha entrado hasta el último
lugarcito del rancho desmantelado. Todo es polvo. Ya hemos preparado los
atavíos. Saldremos al amanecer. Nos sentamos con mi compañero tomados de las
manos. Hacemos un alto en el apuro, en la aflicción.
_
Amor, los niños y yo contigo, siempre juntos-. Nos consolamos, pero ¡ay! te
miro. Tu uniforme de soldado lleno de polvo y gastado por el uso ¿Son señales
del destierro? Cierro los ojos porque me
delatan, no quiero que veas mi sufrimiento. Me hablas al oído, me acaricias con
ternura, me pides valentía.
_
Nos guía el general-me dices- Ten fe, por los niños, por ti, por mí, por
nuestro amor. Por Jujuy.
Sí,
por todo eso, por mi patria chica que pone un freno a los avances, esta patria
se sacrifica (...)
Susana Quiroga