“…A las doce de la
noche,
un niñito nacerá,
alegraos, pastorcillos,
que el que nace Dios será…”
alegraos, pastorcillos,
que el que nace Dios será…”
Diciembre nos impacta por muchas razones, una de las más importantes es la llegada de la Navidad, el revivir el nacimiento de Jesús en Belén, el
Misterio de un Niño que se hizo Hombre para bendecirnos. Tiempo de esperanzas para los cristianos. Y
pensamos, qué maravilloso es tener fe, creer, sentir el consuelo supremo. Entonces,
caminamos hacia un reencuentro existencial, con uno mismo, con los otros, con
el Señor, con actitud gozosa.
Al mismo tiempo,
comprobamos que las tradiciones que emanan de esta celebración, contagian a los
no creyentes. En algunos de esos hogares, de pronto, asoma un arbolito de
Navidad para alegría de los niños, el parpadeo de las lucecitas que los
alumbran, en los balcones, en las
calles, o el regalito de los Reyes Magos, o la contemplación de las adoraciones
que tanto alegra los corazones. Todas expresiones populares que se conservan en el Noroeste y se
trasmiten de generación en generación, vienen desde más allá de los
mares, se insertan en el pueblo y nutren y llenan los corazones de un
sentimiento universal compartido.
Estas
manifestaciones religiosas durarán hasta Reyes, pero deseamos que duren todo el
año por el bienestar alegre que nos producen y que nos dan fuerzas para luchar
por valores altruistas, para combatir la violencia, para intentar construir un
mundo mejor.....
Que se curen las heridas de los hombres,
de los que sufren, de los obstinados de corazón. Que la inocencia de los niños nos
llene el alma de asombro existencial.
Que la vitalidad de este misterio se renueve,
siempre.
¡Desde esta Página Literaria de Pregón, nuestros
deseos de esperanzas y felicidad!
Susana Quiroga