Al recuerdo de mi padre
De
un manotazo
se hizo añicos
Breve insulto del momento
pisoteada
la blanca luna de aquel tiempo.
Qué extraño desvarío
olvidó tu mano fuerte y tibia
la alegría vital de tu mirada
el camino largo
conocido.
Pero ya pulverizados los cristales
esparcidas las heridas
emerges
padre mío
y armada tu sonrisa
me hablas
en otra imagen
más nítida y cercana
más profunda
inconmovible
que sutura mis instantes
y recoge
el destello
inagotable.
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