lunes, 16 de diciembre de 2019

La abuelita está de novia


Primer capítulo
AHORA, EN EL OTOÑO
  
Adolescencia. Llegabas apurado desde tu colegio al mío. Tres cuadras. Me esperabas ansioso, y con los cuadernos y carpetas bajo el brazo caminábamos por la avenida de jacarandáes.
Debe haber sido primavera, las flores violetas y lilas cubrían la vereda como una alfombra aromática. Y yo las pisaba ceremoniosamente mientras conversábamos. ¿De qué? ¿Del colegio? ¿De los profesores? ¿De alguna música escuchada mientras mirábamos el cielo límpido? No sé, no lo recuerdo. Sí, sé que me gustaba la compañía, y tu sonrisa y tu mirada. Me inauguraba a los misterios del tiempo.
Ahora en el otoño de nuestras vidas, después de cincuenta o más años, nos reencontramos con los ojos del recuerdo y con estos del presente. Tenemos una historia vivida, arrugas en el rostro, el cuerpo ya no es el mismo, pero tu mirada brilla y el candor adolescente, también. Y a mí me brilla la ansiedad de vivir. Te pregunto si recordás las flores que pisábamos y sonreís, para nada, me decís. Yo te miraba a vos.
Me sigue gustando tu sonrisa. Mi nietita de cinco cuando te conoció y quiso contarles los detalles de tu presencia a los otros nietos lejanos, dijo eso: tiene una linda sonrisa.
Y te pregunto, por qué te distanciaste, tampoco lo recuerdo. Y me contás que apareció quien sería mi primer novio y mi esposo durante cuarenta años. Y agregás, tuve que alejarme.
Yo sonrío.