sábado, 31 de octubre de 2020

“Día de los Santos”, “Día de los Fieles Difuntos


“Y yo me iré.
Y se quedarán los pájaros cantando…”


Noviembre se nos presenta en Jujuy con tradiciones que tienen que ver con la nostalgia de los que se fueron un día.

El 1 de noviembre, Día de los Santos, se prepara la conmemoración del 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos.

La cosmovisión andina celebra el recuerdo de los seres queridos. Evoca sus partidas. Personalidades y obras pasan de nuevo por el corazón en un gran abrazo.

Además, en estos momentos la vulnerabilidad nos atrapa debido a las desapariciones recientes producto del virus que no termina de desvanecerse. Muchos hermanos, impactados por las pérdidas inesperadas; otros, embargados por el temor que aún acecha. Lo cierto es, que la muerte es una presencia.

Y en esta recordación conversamos con ellos, les pedimos deseos íntimos, que nos cuiden, que nos bendigan, que nos reciban cuando nos toque partir.

Se preparan ofrendas de oraciones y de pan con formas de objetos que ellos amaban. Y al día siguiente, el 2 , los visitamos en los lugares que ellos vivieron y conocieron. En el hogar, en los cementerios, los honraremos. Amasaremos el recuerdo de las hebras de los días transcurridos con ellos. Nos encontraremos en la mesa de las ofrendas, en las contemplación de flores, retratos. La íntima conversación se dará de corazón a corazón. La Memoria reinará.

Emoción del reencuentro, sentir religioso. Se dice que ellos están con nosotros y luego regresan felices y en paz al más allá con lo revivido.

Algún día, nos encontraremos en la otra dimensión, también nos iremos. Por eso quiero recordar un lírico poema del poeta español Juan Ramón Jiménez titulado “El viaje definitivo” que expresa la sensibilidad humana.



"Y yo me iré.
Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar,
sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando."



Susana Quiroga

25 de junio de 2020

Ha llegado el invierno
Después de hermosos días plenos de sol, de flores obstinadas como las de mi ceibo, que no solo ofrecen su sabor dulce a las bandadas de loros que estrepitosamente se asientan en sus ramas y, a una orden, con sus graznidos rumorean y aletean en el cielo. Después de la tibieza otoñal recibida en la piel y en el alma, al observar las nubes grises y el silencio y la soledad que reinan en el ambiente, digo con cierta desazóny un ligero abatimiento: llegó el invierno.
Sí, ha cambiado la estación del año y también el movimiento del sol que comienza a acercarse hacia el sur, hemos vivenciado el solsticio de invierno.
Pero recordamos que este solsticio sostiene una de las significaciones filosóficas más importante: muerte-renacimiento, transformación positiva. Renovar la propia energía para animarnos a cambiar rumbos que nos permitan soñar proyectos.

Entonces, deseamos que se muera el virus que acongoja y hace sufrir a los que se enferman. Y también hubiéramos deseado volver a vivir la fogata de San Juan para llenarnos los brazos de leños y armar una gran luminaria de lenguas rojizas, largas y altas, trenzas de fuego que destellan en la oscuridad, que logran hacernos sentir su calor en la cara, en el cuerpo como cuando éramos niños.
Porque las fogatas queman las tristezas mientras se salta descalzos entre las brasas.
Sí, quemar lo malo, el corona virus, para que  podamos volver a vivir, arder, chispear, renovarnos, cantar, recitar, bailar, a recuperar la fe en la vida, en el hombre, en el amor.

Con el frío renovemos las esperanzas, renazcamos.

Susana Quiroga





La Vida vuelve a latir

30 de junio de 2020

El sol se retira, paso a paso, detrás de la montaña,18 hs. Y mi madre desea sentir su tibieza hasta último momento.
La luz va caminando en la retirada y la silla de ruedas también.Y cuando el reducto de luz que persigue su mirada desaparece, ella recién accede a entrar a la casa.
Yo me pregunto si compara su paso con su existencia de 98 años, si por eso se aferra a la luz del sol que ilumina la tierra. Lo que sé es que espera su fulgor como el canto de los pájaros que saltan entre las ramas. Sufre si las nubes lo tapan o si llovizna. Entonces, tenemos que imitar sus llamas en el hogar de la casa. Y cuando logramos que en la chimenea crujan las llamas y enciendan los rostros, pareciera que el sol hubiera vuelto a salir, como si los sueños asomaran de nuevo en su mente, como si las risas confortaran su alma.
Sí, pareciera que todo vuelve a comenzar y que la vida vuelve a latir. Y me acomodo a su lado, y sus manos aferran las mías tratando de entibiarlas, y sonríe. Le pido que me cuente lo que piensa, no lo hace, pero sonríe.
Y yo también sonrío, y el corazón esfuma el acecho de la soledad de esta inquietante cuarentena. El Amor nos conmueve, nos recupera, nos une.

Susana Quiroga