Ha llegado el invierno

Sí, ha cambiado la estación del año y también el movimiento del sol que comienza a acercarse hacia el sur, hemos vivenciado el solsticio de invierno.
Pero recordamos que este solsticio sostiene una de las significaciones filosóficas más importante: muerte-renacimiento, transformación positiva. Renovar la propia energía para animarnos a cambiar rumbos que nos permitan soñar proyectos.
Entonces, deseamos que se muera el virus que acongoja y hace sufrir a los que se enferman. Y también hubiéramos deseado volver a vivir la fogata de San Juan para llenarnos los brazos de leños y armar una gran luminaria de lenguas rojizas, largas y altas, trenzas de fuego que destellan en la oscuridad, que logran hacernos sentir su calor en la cara, en el cuerpo como cuando éramos niños.
Porque las fogatas queman las tristezas mientras se salta descalzos entre las brasas.
Sí, quemar lo malo, el corona virus, para que podamos volver a vivir, arder, chispear, renovarnos, cantar, recitar, bailar, a recuperar la fe en la vida, en el hombre, en el amor.
Con el frío renovemos las esperanzas, renazcamos.
Susana Quiroga
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