“De hierro,
no de oro, fue la aurora.
La forjaron
un puerto y un desierto,
unos cuantos
señores y el abierto
ámbito
elemental de ayer y ahora…” J.L.B.
Estamos
transitando la Semana de Mayo. Pleno bicentenario. Esta celebración nos remonta
a los orígenes de nuestra historia, a épocas de luchas, de transición, de triunfos
y derrotas, devenir histórico. Indudablemente, somos testigos de tiempos
vividos que evidenciamos a través de múltiples expresiones culturales,
políticas, sociales, económicas. Evocar sus avatares es rescatar los marcos conceptuales de los
momentos transcurridos, las raíces de las entrañas de la historia. Nos obliga a reflexionar sobre el esfuerzo de los hombres que hicieron
la patria, valorar su esfuerzo y comprobar, una vez más, que la memoria es el
bien que nos alienta hacia el porvenir y el progreso. No olvidemos nunca
que somos protagonistas de esa memoria colectiva. Desde esta perspectiva humana, intentemos fundar el juicio propio,
y contribuir, cada uno, desde su lugar en la sociedad y en el trabajo, a la
identidad de nuestra patria, a su desarrollo, más allá de los partidismos, con
vocación ciudadana generosa.
La
palabra con la cual trabajamos registra el sentimiento emocionado y noble de
los pueblos por el amor a la patria y nos muestra, al mismo tiempo, el perfil
de la literatura de nuestra Argentina y del mundo entero.
¡Feliz
cumpleaños, Argentina!
Susana Quiroga
ELEGÍA
DE LA PATRIA
La
forjaron un puerto y un desierto,
unos
cuantos señores y el abierto
ámbito
elemental de ayer y ahora.
Vino
después la guerra con el godo.
Siempre
el valor y siempre la victoria.
El
Brasil y el tirano. Aquella historia
desenfrenada.
El todo por el todo.
Cifras
rojas de los aniversarios,
pompas
del mármol, arduos monumentos,
pompas
de la palabra, parlamentos,
centenarios
y sesquicentenarios,
son
la ceniza apenas, la soflama
de
los vestigios de esa antigua llama
De
Obra poética, 3. Edición Emecé Editores.Bs. A. 1977
Jorge Luis Borges, escritor
argentino,( 1899 –
1986) fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del
siglo XX.
DESCUBRIMIENTO DE LA
PATRIA
Fragmentos
1
Dije yo en la ciudad de la Yegua Tordilla:
“La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo”.
Los apisonadores de adoquines
me clavaron sus ojos de ultramar;
y luego devoraron su pan y su cebolla
y en seguida volvieron al ritmo del pisón.
1
Dije yo en la ciudad de la Yegua Tordilla:
“La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo”.
Los apisonadores de adoquines
me clavaron sus ojos de ultramar;
y luego devoraron su pan y su cebolla
y en seguida volvieron al ritmo del pisón.
2
¿Con que derecho definía yo la Patria,
bajo un cielo en pañales
y un sol que todavía no ha entrado en la leyenda?
Los apisonadores de adoquines
escupieron la palma de sus manos:
en sus ojos de allende se borraba una costa
y en sus pies forasteros ya moría una danza.
“Ellos vienen del mar y no escuchan”, me dije.
“Llegan como el otoño: repletos de semilla,
vestidos de hoja muerta.”
Yo venía del sur en caballos e idilios:
“La Patria es un dolor que aun no sabe su nombre”.
¿Con que derecho definía yo la Patria,
bajo un cielo en pañales
y un sol que todavía no ha entrado en la leyenda?
Los apisonadores de adoquines
escupieron la palma de sus manos:
en sus ojos de allende se borraba una costa
y en sus pies forasteros ya moría una danza.
“Ellos vienen del mar y no escuchan”, me dije.
“Llegan como el otoño: repletos de semilla,
vestidos de hoja muerta.”
Yo venía del sur en caballos e idilios:
“La Patria es un dolor que aun no sabe su nombre”.
4
La Patria era una niña de voz y pies desnudos.
Yo la vi talonear los caballos frisones
en tiempo de labranza;
o dirigir los carros graciosos del estío,
con las piernas al sol y el idioma en el aire.
(Los hombres de mi estirpe no la vieron:
sus ojos de aritmética buscaban
el tamaño y el peso de la fruta.)
6
Yo vi la Patria en el amanecer
que abrían los reseros con la llave
mugiente de las tropas.
La vi en el mediodía tostado como un pan,
entre los domadores que soltaban y ataban
el nudo de la furia en sus potrillos.
La vi junto a los pozos del agua o del amor,
¡niña, y trazando el orbe de sus juegos!
Y la vi en el regazo de las noches australes,
dormida y con los pechos no brotados aún.
La Patria era una niña de voz y pies desnudos.
Yo la vi talonear los caballos frisones
en tiempo de labranza;
o dirigir los carros graciosos del estío,
con las piernas al sol y el idioma en el aire.
(Los hombres de mi estirpe no la vieron:
sus ojos de aritmética buscaban
el tamaño y el peso de la fruta.)
6
Yo vi la Patria en el amanecer
que abrían los reseros con la llave
mugiente de las tropas.
La vi en el mediodía tostado como un pan,
entre los domadores que soltaban y ataban
el nudo de la furia en sus potrillos.
La vi junto a los pozos del agua o del amor,
¡niña, y trazando el orbe de sus juegos!
Y la vi en el regazo de las noches australes,
dormida y con los pechos no brotados aún.
14
La Patria no ha de ser para nosotros
una madre de pechos reventones;
ni tampoco una hermana paralela en el tiempo
de la flor y la fruta;
ni siquiera una novia que nos pide la sangre
de un clavel o una herida.
La Patria no ha de ser para nosotros
una madre de pechos reventones;
ni tampoco una hermana paralela en el tiempo
de la flor y la fruta;
ni siquiera una novia que nos pide la sangre
de un clavel o una herida.
15
Yo la vi talonear los caballos australes,
niña y pintando el orbe de sus juegos.
La Patria no ha de ser para nosotros
nada más que una hija y un miedo inevitable,
y un dolor que se lleva en el costado
sin palabra ni grito.
16
Por eso, nunca más hablaré de la
Patria.
Yo la vi talonear los caballos australes,
niña y pintando el orbe de sus juegos.
La Patria no ha de ser para nosotros
nada más que una hija y un miedo inevitable,
y un dolor que se lleva en el costado
sin palabra ni grito.
16
Por eso, nunca más hablaré de la
Patria.
De Heptamerón, Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1966.
Leopoldo Marechal, escritor y poeta argentino. Nació en la ciudad de Buenos Aires, en el
barrio de Almagro en 1900. Murió 1970.
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