“-MADRE, quiero que me digas,
que me vuelvas a decir,
por qué a las tres de la tarde,
a las tres de un día gris,
la rosa no fue más rosa,
ni el jazmín fue más jazmín…” D.Z.
Un 17 de agosto, a las tres de la tarde, muere el General San Martín alejado
de su patria, en Boulogne-sur-Mer,
Francia.
Hablar de San Martín es hablar
de un hombre de acción y deber. Piel de guerrero, y a la vez, plena de
sensibilidad.
Su figura se identifica con la del
Libertador y Protector de nuestra
nación, Chile y Perú. Se lo ha llamado también, con justa razón, Padre de la
Patria.
Supo vivenciar su pasión por los libros, la educación y la cultura con
sentimiento fraternal, más allá de las fronteras. Estas cualidades y valores
han sido resaltados por historiadores que estudiaron su figura y su empresa libertadora,
y cantados por los poetas.
Fallece San Martín en Europa sin
ver cumplido su deseo de regresar a América “para concluir mis días en mi
chacra y separado de todo lo que sea cargo público, y si es posible, de la
sociedad de los hombres”.
Con el paso del tiempo, su
figura se fue engrandeciendo, hasta revelar en forma palpable sus acciones
dirigidas a concretar sus sueños más caros de independencia y Libertad, no solo
de su patria.
Nos queda a nosotros, los
escritores, manifestar la emoción que nos provoca su personalidad que supo trascender el simple concepto de hombre. Los documentos
así lo expresan. En esta ocasión, presentamos dos voces poéticas argentinas,
una del norte y otra del sur. La de un jujeño, norteño de pura cepa, Domingo
Zerpa, en su bello Romance de la muerte del general San Martín, recitado con devoción por
nuestros niños y jóvenes, y la voz de Francisco Luis Bernárdez, en su
poema de hondo lirismo que enfoca la grandeza
del General, Meditación
ante la tumba del General San Martín.
Honor al “Generalísimo de la República del Perú y Fundador de su Libertad, Capitán
General de la de Chile y Brigadier General de la Confederación Argentina”, como firmaba sus escritos.
Testimonio de vida, norte y
ejemplo de amor a la Patria.
Susana Quiroga
_MADRE,
quiero que me digas,
que
me vuelvas a decir,
por
qué a las tres de la tarde,
a
las tres de un día gris,
la
rosa no fue más rosa,
ni
el jazmín fue más jazmín.
_Niño, a la tres de la
tarde,
¿cómo
te podré decir?
la
rosa no fue más rosa,
ni
el jazmín fue más jazmín,
porque a las tres de la
tarde,
a
las tres, lejos de aquí,
y el aire de su país,
vino
y se llevó la muerte,
al
General San Martín.
_Madre, a las tres de la
tarde,
todos
lo vimos partir;
iba
en su caballo blanco,
por
un camino de añil.
¡Qué
fulgor el de sus ojos,
el
de su voz, que clarín!
Brillaba
tanto su sable,
que
el sol no quiso salir.
_Si tanto brillaba,
niño,
la
espada de San Martín,
no
brillaba por ser de oro,
que
el oro no brilla así.
Si
tan alto relucía,
¡Oid,
mortales, oíd!
fue porque se hizo de
día
la
noche de Guayaquil.
_Por los caminos
celestes,
cruza,
madre, el adalid.
Cada
astro es un granadero,
cada
nube es un jazmín,
allá
Gregorio Las Heras,
Soler
y O'Higgins aquí.
Todos
llevan en el pecho,
la
estrella de Guayaquil.
¡Oh.
Capitán de los Andes,
quién
te pudiera seguir!
cierro
los ojos y rezo
¡Padre
Nuestro, San Martín!
De
Tranco a Tranco, 2000.
Domingo Zerpa, primer
poeta jujeño que ha trascendió el conocimiento general de las fronteras de la
provincia. (1909- 1999).
Las palabras justas de Domingo Zerpa que enmemoran a ese héroe de toda Sudámerica. Gracias por compartirlo!
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