Paula Soruco, escritora jujeña, psicóloga, cálidamente, nos entregó en propias manos
su libro Ilob. Al leerlo,
encontramos textos que rozan el fluir de la conciencia, una escritura con un ritmo
y estética diferente que nos hace pensar en la vida y la condición humana, en
la visión de una joven que enfrenta el mundo con sus espacios de luces y sombras.
Un lenguaje rico y
fragmentado, sensual y dinámico, sortea las tres partes del libro con imágenes
alucinadas que exigen un lector atento, dispuesto a acompañar a un yo lírico
que juega, que observa, que arriesga, que invade con sensaciones y percepciones
que hablan de temas existenciales: amor, esperanza, desesperanza…
La autora ya publicó Illinois y Cornisa, ahora Ilob. ¡Felicitaciones!
52
Hicimos
fuego y ni siquiera nos encandilamos, pasábamos a otra cosa, todo natural. Lo
que pasa en los incendios acá, no teniendo cuerpo de bomberos, es que se
instalan criaderos. Un juego de mesa que termina en mansión o bancarrota, la
cual sin embargo tiene ovejitas, árboles alrededor y una dimensión más humana.
Espantándome unos mosquitos descomunales. Ni ríos quedan, todo es ceniza.
Productos de una pirotecnia de especie. Ruedo a vos y la fricción nos enciende
la boba piel y sábanas.
Dinamita. Horas que te fuiste y siento el retumbar. Explosiones de una playa cerebral. Llegan destellos, lucecitas breves en la conducción acuática de mis ojos frente al mar. Y así veo. Pelos de la luz y tu rostro sentado frente al mío, opinando sobre alguna cosa. Un año nuevo vestida de blanco brasilero. Estúpidamente transparente y feliz.
Dinamita. Horas que te fuiste y siento el retumbar. Explosiones de una playa cerebral. Llegan destellos, lucecitas breves en la conducción acuática de mis ojos frente al mar. Y así veo. Pelos de la luz y tu rostro sentado frente al mío, opinando sobre alguna cosa. Un año nuevo vestida de blanco brasilero. Estúpidamente transparente y feliz.
71
Piernas
haciéndose nudo con otras piernas. Dormir trenzados y amanecer, en el cuerpo de
la conciencia de la trenza. Ese tipo de elasticidad para llevar. Erguidos y
lejanos continuar trenzados y que lluevan meteoritos. Vos allá, yo acá.
A quién pudo ocurrírsele que comerse una manzana pudiera desatar una fiera, murmurando cosas al oído. Soñé que construía un muro en el frente de mi casa y por falta de insumos o de convicción mutaba en cerco de leños
largos, algo relativamente fácil de saltar. Pasaba baldíos y mi papá en una habitación precaria cuidaba un fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario